martes, 3 de febrero de 2015

10 errores que todo docente debería evitar | Educación y Empresa

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Educación y Empresa

Educando en competencias



10 errores que todo docente debería evitar

By admin | enero 21, 2015 | 0 Comment
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Ser
docente en estos tiempos se ha convertido en una profesión de riesgo.
Sin duda, el factor vocacional es determinante a la hora de elegir una
profesión exigente y que supone una enorme responsabilidad.
Lamentablemente, en las facultades no se nos prepara para una labor que a
mi modo de ver marca buena parte del destino de una sociedad. Muchos de
nosotros hemos ido aprendiendo a ser profesores más por nuestros
errores que por nuestros aciertos.
Pues bien, en este artículo quiero dar a
conocer algunos errores que son muy comunes en nuestra profesión y que
creo que con poco esfuerzo podemos corregir y mejorar así nuestras labor
docente. Siempre me gusta decir que errar nos hace humanos, y que
rectificar no convierte en buenos profesionales.
¿Qué errores podemos evitar como docentes?
1. Falta de visibilidad.
La presencia y visibilidad en el aula es un aspecto muy a tener en
cuenta a la hora de impartir una sesión lectiva. Ya me he referido en
otros artículos a la importancia de que los alumnos siempre tengan una
referencia visual del profesor en el aula. Para ello es fundamental que
estemos preferentemente de pie y en constante movimiento, para que los
alumnos fijen su atención hacia nosotros. Ello nos permitirá tener un
mayor control del grupo clase. Sobre este aspecto os recomiendo la
lectura del artículo ¿Cómo es mejor dar una clase de pie o sentado?
2. Oír sin escuchar. Un
aspecto al que le doy mucha importancia en mis sesiones lectivas es
intentar no sólo oír a mis alumnos, sino también escucharlos. La
diferencia entre oír a una persona y escucharla es enorme, ya que cuando
la escuchamos lo estamos haciendo de forma activa y les transmitimos a
nuestros alumnos que aquello que nos está diciendo es importante tanto
para ellos como para nosotros. Los alumnos de una clase demandan
atención en todo momento. De ahí que en la medida que nos sea posible,
debemos esforzarnos para escuchar con atención aquello que nos quieran
decir. Con ello aumentaremos la empatía y mejoraremos nuestra relación
con ellos. Aquellos docentes que sólo oyen a sus alumnos pero no
interactúan, corren el riesgo de tener una relación distante y ello
repercute negativamente en la relación del docente con el grupo. Para
saber más sobre este apartado os recomiendo la lectura del artículo 5
consejos para aumentar la empatía con tus alumnos.
3. No mantener el contacto visual.
La comunicación no verbal de un docente, aquella que se transmite a
través de los sentidos, resulta fundamental en el desarrollo de una
sesión lectiva. Bien es cierto que los docentes enseñamos a través de la
palabra oral y escrita, pero también comunicamos a través de nuestro
cuerpo y, por supuesto, con la mirada. Referente a la mirada hay un
aspecto que es importante corregir y es el hecho de hablar a nuestros
alumnos sin mirarlos directamente a los ojos. No mantener un contacto
visual con nuestros alumnos repercute negativamente en la relación y en
el aprovechamiento de nuestras sesiones lectivas. No mirar a nuestros
alumnos transmite inseguridad, duda, incomodidad, falta de empatía… No
mirar a nuestros alumnos hace que exista un distanciamiento con ellos
que luego repercute negativamente en nuestra relación con el propio
grupo.
4. No cumplir con lo prometido.
Lo prometido es deuda. Todos sabéis el sentido de la justicia que
tienen, por lo general, los alumnos. Incluso añadiría que además de
sentido de la justicia tienen muy buena memoria para aquello que les
conviene. De ahí la importancia de ser muy escrupulosos con aquello que
les prometemos, porque si ya de antemano sabemos que no vamos a
cumplirlo, esta promesa no cumplida se volverá en nuestra contra. Esto
sirve tanto para las promesas como para con las amenazas en caso de no
cumplir con las normas del centro. Un docente que no mantiene su palabra
o que no cumple con sus palabra es un docente que poco a poco va
debilitándose frente al grupo y puede afectarle muy negativamente en el
caso de que quiera ganarse su respeto.
5. Prolongar el tiempo de corrección.
Profesor, ¿tienes los exámenes corregidos? Seguro que se trata de una
pregunta que si no a todos, a casi todos os habrán hecho en algún
momento. Todos somos conscientes del esfuerzo que implica la corrección
de ejercicios, trabajos exámenes… Pero creo que es importante hacer un
esfuerzo por entregar dicha corrección en la mayor brevedad posible. La
rapidez en la corrección es algo que los alumnos valoran muy
positivamente y hace que te ganes el respeto de tus alumnos, porque
consciente o inconscientemente te conciben como un profesional implicado
y eficaz. El hecho de entregar con rapidez aquello que hemos corregido
también le da valor a la corrección en sí en el caso de que queramos
hacer algún inciso o comentario en clase. Hay docentes que tardan
semanas en la corrección y ello repercute negativamente en su beneficio.
Sobre cómo ganarse el respeto de tus alumnos recomiendo la lectura del
artículo 5 consejos para ganarse el respeto de tus alumnos.
6. No utilizar el mismo código.
Para que exista una correcta comunicación entre dos personas, estas
deben conocer y compartir el mismo código. En muchas ocasiones se
producen problemas de relación entre alumno y docente porque la fractura
que existe del código de cada parte es insalvable. Los docentes tenemos
la facultad de dominar todos los registros de una lengua, desde el
culto hasta el vulgar, pasando por el coloquial. El error que cometemos
es pensar que también nuestros alumnos dominan todos estos registros. En
la medida que seamos capaces de compartir al máximo el mismo código,
más fluida será la relación entre alumno y docente y mayor será el grado
de comprensión. Con ello no digo que debamos situarnos a su nivel de
competencia lingüística, sino que se trata de encontrar un equilibro
entre aquellos que les podré enseñar como nuevo y el registro que
utilizaré para que ese conocimiento llegue a todos los alumnos.
7. No dejarnos influir por nuestro estado de ánimo.
Siempre he admirado a los presentadores de noticias de la televisión
porque siempre tienen el mismo semblante, pese a que seguramente tendrán
como todos nosotros sus días buenos y sus días malos. A esto se le
llama profesionalidad. Pues bien, creo que esta profesionalidad también
debería ser aplicable a los docentes. En muchas ocasiones nos dejamos
llevar por nuestros problemas personales y los trasladamos a nuestras
sesiones lectivas. Tenemos poca paciencia, nos sentimos irritados,
gritamos por cualquier nimiedad, expulsamos a alumnos de forma
arbitraria. A mí me gusta pensar que cuando entro en una clase es como
si entrara en un plató de televisión. Al ponerme delante de mis
espectadores, los alumnos, debo dar lo mejor de mí mismo,
independientemente del estado de ánimo en el que me encuentre. Ser
profesional bajo cualquier circunstancia es la mejor forma de dignificar
muestro trabajo.
8. No educar desde el respeto, sino desde el miedo y la autoridad.
Muchas veces los docentes mezclamos conceptos como la educación, el
respeto y la autoridad. Son expresiones que por sí darían para varios
artículos. En este caso sólo quiero incidir en la importancia de no
tratar de educar desde el miedo y la amenaza. En muchas ocasiones
asimilamos el control de una clase con medidas que fomentan el miedo a
nuestros alumnos o la amenaza ante el incumplimiento de alguna norma.
Creo que es un error. Desde el principio debemos enseñar a nuestros
alumnos desde el respeto, desde la responsabilidad. Hay docentes que se
vanaglorian de que en su clase no hay problemas de disciplina. Lo que no
dicen es que esta disciplina viene condicionada por el miedo que le
tiene los alumnos. Nunca hay que enseñar desde el castigo, la amenaza o
el miedo. Si así lo creéis posiblemente os habéis equivocado de
profesión.
9. Enseñar sin educar.
Los docentes solemos cometer el error de pensar que nuestra profesión
consiste en la transmisión pasiva de conocimientos, en la transmisión
unidireccional de contenidos a través de lo que podríamos llamar una
clase magistral. Creo que este enfoque es erróneo. Y es erróneo porque
un docente es mucho más que un mero transmisor de conocimientos. Un
docente es aquel que además de enseñar es capaz de invertir, repito,
invertir, todo el tiempo que haga falta en educar a sus alumnos, en
transmitirles valores como el de la solidaridad y la cooperación.
10. Mezclar lo profesional con lo privado. Redes sociales.
En la sociedad actual la privacidad se está convirtiendo en un lujo. El
ámbito privado de los docentes es algo que debemos tener muy en cuenta,
porque un mal uso de nuestra privacidad puede afectarnos muy
negativamente. Me parece importante que en nuestras sesiones lectivas
nos centremos en lo educativo y no en lo personal. Se trata de mantener
una distancia con nuestros alumnos, en especial, por lo que a las redes
sociales se refiere. De ahí que sea necesario mantener unas pautas de
actuación muy estrictas. Lo digo porque los alumnos tienen la costumbre
de bombardearnos con preguntas sobre nuestra vida privada, nos envían
solicitudes a nuestros perfiles sociales, preguntan a otros compañeros
de profesión sobre aspectos relacionados con nuestra familia, edad,
estado civil… Es por ello que creo conveniente guardar con mucho celo
nuestra vida privada, porque a corto o a medio plazo, la información
personal que podamos dar a nuestros alumnos podría afectarnos
negativamente. En mi caso, por ejemplo, no acepto jamás ninguna
solicitud de un alumno de ninguna de las redes sociales de las que formo
parte.
Revisando todos estos errores me doy
cuenta de que la profesión de docente exige por nuestra parte una
dedicación y una vocación extraordinarias. Siempre he pensado que los
mejores docentes son aquellos que, habiéndose equivocado una y otra vez,
tienen la capacidad de levantarse todas las mañanas para enfrentarse al
reto apasionante que supone la docencia. Para aquellos que amamos esta
profesión tiene tanto de reto como de pasión. Aquellos que nos dedicamos
a la docencia debemos dar a en cada sesión lectiva lo mejor de nosotros
mismos, vaciarnos en clase, entregarnos para que nuestros alumnos
adquieran valores y conocimientos, enseñarles a través de la palabra y
educarles desde el corazón. Si tú eres uno de ellos, desde aquí mi más
sincera felicitación porque,
TODO SE PUEDE APRENDER. TODO SE DEBE ENSEÑAR.
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