sábado, 14 de febrero de 2015

Cicatrices en el cerebro

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Cicatrices en el cerebro
Foto: Archivo.
LECTURAS DE LA MENTE
El Occidental
19 de junio de 2011

Juan Gerardo Martínez Borrayo

A principios del siglo XX, en Alemania vivió un constructor llamado Auguste Deter quien comenzó a mostrar signos de demencia a la temprana edad de 51 años. Cuando murió, se descubrió que su cerebro estaba infestado de una serie de bolitas, medio ovaladas, dentro y fuera de las neuronas.

Quienes la descubrieron fueron el psiquiatra Emil Kraepelin (de quien el pintor tapatío tomó su seudónimo) y el neuropatólogo Alois Alzheimer. Pero en un signo de caballerosidad y nobleza, Kraepelin le dejó todo el crédito a su colega y desde entonces a esta enfermedad se le conoce sólo por el nombre de uno de sus descubridores.

De acuerdo al Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (en su página de Internet), en México hay 350 mil personas que sufren de este mal, y anualmente mueren por ella un poco más de dos mil personas. Pero conforme el país vaya envejeciendo, esta patología va a ser tan común que la mayoría de nosotros o algunos de nuestros familiares la vamos a padecer.

Pero ese no es realmente el problema. Lo es que no se sabe cómo curarla ni cómo prevenirla, es más, ni siquiera se le puede diagnosticar con un cien porciento de seguridad sino hasta que la persona está muerta. Por eso los neurocientíficos están trabajando para tener medios confiables de diagnóstico cuando las personas estén vivas aún; además de tener más información de cómo opera esta enfermedad y poder desarrollar drogas antidemencia.

PLACAS Y OVILLOS

El sello de la enfermedad es pues la presencia de lo que se conoce como placas amiloides y los ovillos neurofibrilares. Ambas son derivadas de la inusual producción de proteínas, como son la precursora amiloide, la presenilina 1 y la presenilina 2, las cuales a su vez pueden derivarse de algunas mutaciones genéticas (por ejemplo, la mutación de un gen en el cromosoma 14 es el que está ligado a la presenilina 1).

Cuando se hace la autopsia de quienes se sospecha que tenían Alzheimer se observan siempre estas placas (lo curioso es que también hay muchas personas ancianas que al morir también tienen estas placas, pero no mostraron signos de demencia). Son pues, condición indispensable para realizar el diagnóstico.

Si no se puede obtener una muestra del cerebro, se sospecha que alguien tienen Alzheimer cuando muestran signos de declive cognitivo, tales como preguntar continuamente la misma pregunta, repetir la misma historia palabra por palabra una y otra vez, olvidar cómo hacer cosas básicas y qué hizo antes como cocinar; también se levantan sospechas cuando tienen problemas con sus finanzas, se pierden en lugares familiares, comienza a perder sus hábitos higiénicos y deja de tomar decisiones que antes sí tomaban.

FOTOS DE LAS PLACAS

Para el diagnóstico también se han comenzado a utilizar experimentalmente las modernas tecnologías que sacan imágenes del cerebro. Una de esas técnicas fue desarrollada hace unos años por William Klunk y Chester Mathis, consiste en inyectar un componente radioactivo (conocido como componente B de Pittsburg, o PiB) en una vena del brazo del paciente.

Este componente se liga a las placas amiloides, si es que existen, en el cerebro del paciente y se buscan utilizando la tomografía por emisión de positrones (TEP o PET en inglés). De esta manera se pueden obtener una foto de cuántas placas se han acumulado. Este proceso fue dado a conocer en el 2004 y a cualquiera le es obvio las diferencias entre los sujetos sanos y enfermos.

Para el 2008 se reportó una autopsia de un paciente con demencia que, cuando estaba vivo, se le realizó la prueba con la PiB, encontrándose las placas amiloides justo donde había dicho la prueba que se iban a encontrar.

RASTRO QUÍMICO

Otra técnica que se está utilizando es más invasiva ya que tiene que recolectar líquido céfalo raquídeo por medio de una raquea. Una vez obtenido se analiza para ver la cantidad de proteínas tau y beta-amiloides; si por ejemplo hay mucha proteína tau o poca de la beta-amiloide (a menos en el líquido hay más en el cerebro), aumenta la probabilidad de tener la demencia tipo Alzheimer.

Este método promete identificar quién va a padecer la demencia cuando todavía sus signos no son claros. Niklas Mattson mostró que esta técnica puede identificar en el 80% de los casos quién va a padecer la enfermedad uno o dos años antes de que se manifieste claramente; y permite también diferenciar entre quienes tienen Alzheimer o bien otro tipo de demencia.

TRATAMIENTOS

No hay actualmente cura para el Alzheimer. Las drogas que se utilizan son como paracaídas: no evitan que caigas, solo que no sea tan rápido. Entre ellas están los inhibidores de la colinesterasa que enlentecen el metabolismo de la acetilcolina, ya que se ha visto que quienes padecen Alzheimer tienen menos niveles de este neurotransmisor que suele estar envuelto en la comunicación entre neuronas. De esta manera se pretende retardar la declinación cognitiva.

Otra droga (memantina) protege las células nerviosas sanas de un neurotransmisor llamado glutamato, ya que en el Alzheimer se ha observado que hay cantidades masivas. Lo malo de estos tratamientos, es que en el mejor de los casos, su influencia es moderada.

Es por eso que se están investigando otros medicamentos. En el sitio web clinicaltrials.gov se encuentra una lista de 675 tratamientos que se están investigando. Entre ellas encontramos vacunas que diseñadas para estimular el sistema inmune para que destruya las proteínas causantes de la enfermedad. O bien, se está investigando la dimebolina, que mejora la función mitocondrial y parece inhibir la muerte neuronal.

Pero como en algunas películas de ciencia ficción, la solución al problema puede residir en algunas prácticas que hacemos en la vida diaria y que no tienen nada que ver con complicadas sustancias químicas. Se ha documentado que existe una relación entre el Alzheimer y la salud cardiovascular. Ambas comparten factores de riesgo como los niveles de colesterol, obesidad y presión alta.

También se le ha relacionado con la diabetes. Se ha observado que la proteína beta-amiloide interrumpe las señales que modulan la cantidad de insulina en el cuerpo. Por lo tanto, tener una vida saludable que no fomente la diabetes tiene como beneficio adicional que disminuye la probabilidad de padecer también el Alzheimer.

* Departamento de Neurociencias, Universidad de Guadalajara.

Comentarios y sugerencias favor de dirigirlos a la redacción de EL OCCIDENTAL, a la siguiente cuenta de correo electrónico: jugemab1@yahoo.com.mx o en http://www.myspace.com/juangerardomartinez donde están muchos de los artículos escritos en esta columna.
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