El primer submarino obra de un español
Publicado por Agustín Ramón Rodríguez González el feb 3, 2015
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Este año se cumple el Primer Centenario del
Arma Submarina Española, nacida por Real Decreto de 17 de febrero de
1915, dentro del programa de construcciones propuesto por el almirante
Miranda y aprobado por las Cortes.
Arma Submarina Española, nacida por Real Decreto de 17 de febrero de
1915, dentro del programa de construcciones propuesto por el almirante
Miranda y aprobado por las Cortes.
Tal fecha no puede pasar desapercibida para este
espacio dedicado a la Historia Naval y con énfasis en la arqueología
submarina, sobre todo si contamos que implicó, poco después, la creación
de la primera Escuela de Buceo moderna en nuestro país, asociada
obviamente a los nuevos y revolucionarios buques. Por eso dedicaremos
varias entradas de este blog a un tema siempre apasionante y en continuo
avance y desarrollo, tanto en lo militar, en lo deportivo o en lo
referido a la investigación subacuática.
espacio dedicado a la Historia Naval y con énfasis en la arqueología
submarina, sobre todo si contamos que implicó, poco después, la creación
de la primera Escuela de Buceo moderna en nuestro país, asociada
obviamente a los nuevos y revolucionarios buques. Por eso dedicaremos
varias entradas de este blog a un tema siempre apasionante y en continuo
avance y desarrollo, tanto en lo militar, en lo deportivo o en lo
referido a la investigación subacuática.
Comenzamos con la poco conocida historia del primer español que ideó, diseñó y probó con todo éxito un submarino,
que no es, como normalmente se dice, Narciso Monturiol y Estarriol,
sino un personaje muy diferente, aunque su ventaja fue realmente escasa:
menos de un año.
que no es, como normalmente se dice, Narciso Monturiol y Estarriol,
sino un personaje muy diferente, aunque su ventaja fue realmente escasa:
menos de un año.
El personaje era Cosme García Saéz, nacido en Logroño el 27-IX-1828, hijo de un modesto ebanista.
De formación autodidacta, pronto destacó por su habilidad en la
mecánica y creatividad, aprendiendo y destacando entre otros oficios en
el de impresor y armero. Hacia 1854 se trasladó a Madrid con su familia,
buscando horizontes más amplios, ocupando durante algún tiempo el cargo
de Regente de la Imprenta Nacional, o colaborando en periódicos de la
época.
De formación autodidacta, pronto destacó por su habilidad en la
mecánica y creatividad, aprendiendo y destacando entre otros oficios en
el de impresor y armero. Hacia 1854 se trasladó a Madrid con su familia,
buscando horizontes más amplios, ocupando durante algún tiempo el cargo
de Regente de la Imprenta Nacional, o colaborando en periódicos de la
época.
Pero su creatividad se mostró con tres simultáneas
patentes de inventos en mayo de 1856, sobre tres máquinas bien
distintas: un fusil de retrocarga, una imprenta portátil y una máquina
de Correos para fechar cartas y objetos postales. El fusil, pese a las
pruebas satisfactorias, terminó siendo rechazado por ser un arma
demasiado avanzada para la época, en que aún imperaban las armas de
avancarga, y considerarse, de forma un tanto timorata, que sus complejos
mecanismos serían demasiado frágiles para los azares y fatigas del
combate. Con la imprenta se imprimieron las sucesivas ediciones de una
de las primeras gramáticas de griego de la época, debida al catedrático y
luego rector de la Universidad Complutense D. Lázaro Bardón. Pero el
éxito fue rotundo con la maquina de Correos, pues fue la primera
realmente fiable utilizada por el todavía joven servicio, estando en uso
durante más de veinte años y proporcionando grandes ingresos al
inventor.
patentes de inventos en mayo de 1856, sobre tres máquinas bien
distintas: un fusil de retrocarga, una imprenta portátil y una máquina
de Correos para fechar cartas y objetos postales. El fusil, pese a las
pruebas satisfactorias, terminó siendo rechazado por ser un arma
demasiado avanzada para la época, en que aún imperaban las armas de
avancarga, y considerarse, de forma un tanto timorata, que sus complejos
mecanismos serían demasiado frágiles para los azares y fatigas del
combate. Con la imprenta se imprimieron las sucesivas ediciones de una
de las primeras gramáticas de griego de la época, debida al catedrático y
luego rector de la Universidad Complutense D. Lázaro Bardón. Pero el
éxito fue rotundo con la maquina de Correos, pues fue la primera
realmente fiable utilizada por el todavía joven servicio, estando en uso
durante más de veinte años y proporcionando grandes ingresos al
inventor.
Justamente viajando por toda España para enseñar el
uso, mantenimiento y reparación de sus máquinas, Cosme García recaló en
Barcelona, concibiendo allí la revolucionaria idea de inventar un buque
que navegara por debajo de la superficie del mar. Para ello, y con mejor
criterio que muchos inventores posteriores, ideó primero un prototipo
pequeño, como base de experimentación, que serviría para madurar mejor
el modelo definitivo. El pequeño buque era metálico, de tres metros de
largo, 1’5 de manga y 1’6 de puntal, y aún se movía por la acción de
remos, probándose en el puerto de Barcelona en 1858, tras su
construcción por “La Maquinista Terrestre y Marítima”, pionera en España
de las construcciones metálicas. Por supuesto que el modelo no
consiguió hazañas portentosas, pero era un obligado primer paso
indispensable.
uso, mantenimiento y reparación de sus máquinas, Cosme García recaló en
Barcelona, concibiendo allí la revolucionaria idea de inventar un buque
que navegara por debajo de la superficie del mar. Para ello, y con mejor
criterio que muchos inventores posteriores, ideó primero un prototipo
pequeño, como base de experimentación, que serviría para madurar mejor
el modelo definitivo. El pequeño buque era metálico, de tres metros de
largo, 1’5 de manga y 1’6 de puntal, y aún se movía por la acción de
remos, probándose en el puerto de Barcelona en 1858, tras su
construcción por “La Maquinista Terrestre y Marítima”, pionera en España
de las construcciones metálicas. Por supuesto que el modelo no
consiguió hazañas portentosas, pero era un obligado primer paso
indispensable.
Hombre de concepciones rápidas, Cosme García
encargó a la misma empresa poco después el segundo y más maduro modelo,
que tras realizar sus pruebs preliminares en las mismas aguas, fue
conducido a Alicante, donde realizaría las oficiales, empezando la nueva
serie de ensayos en el verano de 1859 y solicitándose la patente el 9
de julio de ese mismo año.
encargó a la misma empresa poco después el segundo y más maduro modelo,
que tras realizar sus pruebs preliminares en las mismas aguas, fue
conducido a Alicante, donde realizaría las oficiales, empezando la nueva
serie de ensayos en el verano de 1859 y solicitándose la patente el 9
de julio de ese mismo año.
El nuevo submarino era considerablemente mayor ( 6 x
1’75 x 2’3 ), también enteramente metálico, y ya con las formas
exteriores muy parecidas a las de un sumergible convencional, en lo que
acertó el inventor, pues hasta mucho después los submarinos navegaban
normalmente en superficie y las formas ahusadas o de corte circular, muy
apropiadas para al inmersión, eran completamente inadecuadas para
superficie. El buque ya era impulsado a hélice, y gran avance: contaba
con timones de buceo a proa, un detalle fundamental en un submarino y
que faltó en proyectos posteriores y mucho más sofisticados.
1’75 x 2’3 ), también enteramente metálico, y ya con las formas
exteriores muy parecidas a las de un sumergible convencional, en lo que
acertó el inventor, pues hasta mucho después los submarinos navegaban
normalmente en superficie y las formas ahusadas o de corte circular, muy
apropiadas para al inmersión, eran completamente inadecuadas para
superficie. El buque ya era impulsado a hélice, y gran avance: contaba
con timones de buceo a proa, un detalle fundamental en un submarino y
que faltó en proyectos posteriores y mucho más sofisticados.
Concebido en principio para el rescate de restos
sumergidos, el buque tenía múltiples aberturas acristaladas para
observar el fondo, así como otras para los brazos metálicos necesarios
para la recogida de restos. Su mayor limitación fue que se utilizaba la
fuerza humana para mover la hélice, pues en aquella época sólo existía
la proporcionada por las máquinas de vapor, completamente inadecuadas
para un submarino. También, para su uso bélico, se ideó un cañón de
retrocarga y se sugirieron otras armas.
sumergidos, el buque tenía múltiples aberturas acristaladas para
observar el fondo, así como otras para los brazos metálicos necesarios
para la recogida de restos. Su mayor limitación fue que se utilizaba la
fuerza humana para mover la hélice, pues en aquella época sólo existía
la proporcionada por las máquinas de vapor, completamente inadecuadas
para un submarino. También, para su uso bélico, se ideó un cañón de
retrocarga y se sugirieron otras armas.
El 4 de agosto de 1860 se celebró finalmente la
prueba oficial, sumergiéndose el inventor con uno de sus hijos en aguas
del puerto y permaneciendo bajo el agua durante tres cuartos de hora,
con plena facilidad de movimientos o parado entre dos aguas,
atestiguando oficialmente el hecho el Gobernador Civil de la Provincia,
el Comandante de Marina del Puerto y numerosos testigos, que avalaron
oficialmente con sus firmas lo conseguido. De su primacía no cabe duda,
pues el Ictíneo I de se probó en el mismo lugar, pero el 7 de mayo de
1861, y cabe señalar que este primer modelo de Monturiol era de casco de
madera, poco mayor en dimensiones, y que la fuerza empleada era
igualmente humana.
prueba oficial, sumergiéndose el inventor con uno de sus hijos en aguas
del puerto y permaneciendo bajo el agua durante tres cuartos de hora,
con plena facilidad de movimientos o parado entre dos aguas,
atestiguando oficialmente el hecho el Gobernador Civil de la Provincia,
el Comandante de Marina del Puerto y numerosos testigos, que avalaron
oficialmente con sus firmas lo conseguido. De su primacía no cabe duda,
pues el Ictíneo I de se probó en el mismo lugar, pero el 7 de mayo de
1861, y cabe señalar que este primer modelo de Monturiol era de casco de
madera, poco mayor en dimensiones, y que la fuerza empleada era
igualmente humana.
Animado por el éxito, Cosme García solicitó una
entrevista con los reyes, entonces Isabel II y Francisco de Asís,
esperando el apoyo oficial, que no obtuvo, con la excusa de los
recientes y grandes gastos de la Guerra de África. El inventor, que había invertido todos sus beneficios con la máquina de Correos en sus dos sucesivos prototipos,
recurrió a patentarlo en la vecina Francia, el 25 de abril de 1861,
pero la Marina de Napoleón III tenía su propio proyecto de submarino
(que resultó un completo fracaso) y rechazó el del español.
entrevista con los reyes, entonces Isabel II y Francisco de Asís,
esperando el apoyo oficial, que no obtuvo, con la excusa de los
recientes y grandes gastos de la Guerra de África. El inventor, que había invertido todos sus beneficios con la máquina de Correos en sus dos sucesivos prototipos,
recurrió a patentarlo en la vecina Francia, el 25 de abril de 1861,
pero la Marina de Napoleón III tenía su propio proyecto de submarino
(que resultó un completo fracaso) y rechazó el del español.
Buscando un éxito que se le regateaba, Cosme García
volvió al diseño de armas, con una nueva patente de fusil de retrocarga,
que consistía en la reconversión de los viejos de avancarga. El modelo
triunfó totalmente en las pruebas y se encargaron una serie de 500
ejemplares a la fábrica de armas de Oviedo. Es de señalar que los
cerrojos de su invención no podían fabricarse en España, por su elevada
técnica, por lo que hubo que encargarlos a la industria belga, entonces
puntera, como había sido también el caso de las máquinas de Correos.
Todo parecía ir de la mejor manera posible, pero el Ejército decidió
cambiar sus especificaciones y las armas recién fabricadas no tuvieron
continuación.
volvió al diseño de armas, con una nueva patente de fusil de retrocarga,
que consistía en la reconversión de los viejos de avancarga. El modelo
triunfó totalmente en las pruebas y se encargaron una serie de 500
ejemplares a la fábrica de armas de Oviedo. Es de señalar que los
cerrojos de su invención no podían fabricarse en España, por su elevada
técnica, por lo que hubo que encargarlos a la industria belga, entonces
puntera, como había sido también el caso de las máquinas de Correos.
Todo parecía ir de la mejor manera posible, pero el Ejército decidió
cambiar sus especificaciones y las armas recién fabricadas no tuvieron
continuación.
Un arruinado y decepcionado Cosme García pasó sus
últimos años en la miseria, ayudado solamente por algunos buenos amigos y
falleciendo el 23 de junio de 1874 en Madrid. Poco antes de su
muerte, habiéndosele reclamado los derechos de anclaje de su submarino,
que había permanecido en Alicante, ordenó a uno de sus hijos que lo
adentrara en el mar y lo hundiera.
últimos años en la miseria, ayudado solamente por algunos buenos amigos y
falleciendo el 23 de junio de 1874 en Madrid. Poco antes de su
muerte, habiéndosele reclamado los derechos de anclaje de su submarino,
que había permanecido en Alicante, ordenó a uno de sus hijos que lo
adentrara en el mar y lo hundiera.
La Armada Española, en reconocimiento a su
mérito, ha dado su nombre sucesivamente a tres submarinos: el “A-2”,
comprado a Italia en 1917, el “S-34”, cedido por los Estados Unidos en
1972, y más recientemente al “S-83”, en construcción, y significativa y
dolorosamente, el primer submarino que lleva su nombre que es de
construcción española.
mérito, ha dado su nombre sucesivamente a tres submarinos: el “A-2”,
comprado a Italia en 1917, el “S-34”, cedido por los Estados Unidos en
1972, y más recientemente al “S-83”, en construcción, y significativa y
dolorosamente, el primer submarino que lleva su nombre que es de
construcción española.
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3 comentarios
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Hace 1 día
Agustín Rodriguez
Mu bien, seamos serios.
¿ Por ser de propulsión humana no eran barcos las galeras, desde la Antigüedad a la Edad Moderna, de Salamina a Lepanto ?
Casi
cuatro años después de las pruebas citadas, el 17 de febrero de 1864,
en plena Guerra de Secesión de los EE.UU., el submarino de la
Confederación "Hunley", propulsado por fuerza humana y de peor diseño
que el español, echó a pique a la corbeta de la Unión "Housatonic", un
buque mixto de vela y vapor, 1.200 toneladas, 11 cañones y 160
tripulantes. Ha sido el primer buque de guerra hundido por un submarino
en la Historia Universal.
Por lo visto, éste sí que alcanzó el éxito.
¿ Por ser de propulsión humana no eran barcos las galeras, desde la Antigüedad a la Edad Moderna, de Salamina a Lepanto ?
Casi
cuatro años después de las pruebas citadas, el 17 de febrero de 1864,
en plena Guerra de Secesión de los EE.UU., el submarino de la
Confederación "Hunley", propulsado por fuerza humana y de peor diseño
que el español, echó a pique a la corbeta de la Unión "Housatonic", un
buque mixto de vela y vapor, 1.200 toneladas, 11 cañones y 160
tripulantes. Ha sido el primer buque de guerra hundido por un submarino
en la Historia Universal.
Por lo visto, éste sí que alcanzó el éxito.
Hace 1 día
Javier Oyarzabal
Esto
no es un submarino; era un ensayo con nulas posibiliades de alcanzar el
éxito. Con propulsión animal nada podía hacer. Además, ya se habían
probado artilugios semejantes en siglos anteriores con idénticos
resultados. ¡Seamos serios señores!
no es un submarino; era un ensayo con nulas posibiliades de alcanzar el
éxito. Con propulsión animal nada podía hacer. Además, ya se habían
probado artilugios semejantes en siglos anteriores con idénticos
resultados. ¡Seamos serios señores!
Hace 4 días
espbou
Qué
conmovedor ese primer plano y diseño de un submarino español... No sabe
uno qué admirar más, si el tesón de aquellos pioneros o el valor con
que arriesgaban sus propias vidas ensayando sus inventos. Recuerdo con
afecto la lectura, hace ya años, de la primera edición de la biografía
que el profesor Rodríguez González dedicó a Cosme García, la emoción que
iba experimentando al leer esa historia de valor, de talento y también
de desdicha. Inventar en España, patria de todo plagio, no es
precisamente un negocio.
conmovedor ese primer plano y diseño de un submarino español... No sabe
uno qué admirar más, si el tesón de aquellos pioneros o el valor con
que arriesgaban sus propias vidas ensayando sus inventos. Recuerdo con
afecto la lectura, hace ya años, de la primera edición de la biografía
que el profesor Rodríguez González dedicó a Cosme García, la emoción que
iba experimentando al leer esa historia de valor, de talento y también
de desdicha. Inventar en España, patria de todo plagio, no es
precisamente un negocio.
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